lunes, 19 de enero de 2009

Con viento a favor

Voy a contarles sobre el día que se incendió mi casa y perdí todos mis estudios, pero antes quiero referirme a los últimos comentarios que se sumaron al blog, que pueden leer al final de la “Crónica de mi tumor”, un par de artículos más abajo de éste.

Han escrito Elisa, Diego y Martín, tres superhéroes que pelean, como yo, contra un tumor. Y debo decirles que leer sus comentarios me llena de orgullo y de emoción. Orgullo del bueno, porque veo que este blog efectivamente puede ser una herramienta y un viento que nos empuje con el mejor ánimo hacia un horizonte cada vez más limpio y despejado. Y emoción porque hasta haber creado este espacio jamás había compartido mi experiencia con alguien que haya vivido algo similar. Podemos recibir un gran apoyo de nuestro entorno amado y querido, pero hay cuestiones que se viven inevitablemente en las profundidades de uno, de manera individual, y compartirlas con ustedes, es decir, entre nosotros, es un modo de abrirle un puente a esa cueva y dejar correr unos bichitos que hasta entonces los teníamos como reprimidos. Además de emocionante es liberador. Personalmente me animan a darle mayor difusión y proyección a este blog, y ya me corren algunas ideas nuevas para hacerlo.

“Me ascendieron en el trabajo, estoy estudiando una carrera empresarial y hasta pienso en tener hijos”, dice Martín en su comentario. Cuenta además que se casó con Carolina, y quien lo lea podrá deducir que la ama y la quiere con todo. “Ya hace un poco más de 4 años que sentí que podía perder mi vida —agrega—. Hoy disfruto de mi esposa y todas las cosas que no sabía ver. Entendí que las verdaderas cosas de la vida son las que pasan todos los días”. En fin. Lo leo y me saco el sombrero. Porque es verdad: no hay otra vida que la que se vive todos los días. Comparto además su pasión por los autos y las carreras, aunque no tuve la dicha, como él, de encarar alguna vez una pista.

No está muerto quien pelea”, dice Diego en su posdata. “Dejo unas palabras que a mi me salvaron —sigue—: coraje, fe, amor, tranquilidad, paciencia y toda la esperanza del mundo”. Elisa, por su parte, escribe desde España y desde un “universo de lucha constante”. Bien define así, a mi juicio, una pelea que en su caso va por el quinto año. “Cada mañana pienso que estas malditas células han olvidado su ciclo vital y deben recordar que han de morir”, cuenta, y quizás no haga falta decir que es médica. “Estoy convencida que podemos emular a la mítica Ave Fénix y que seremos capaces de renacer de nuestras propias cenizas, para tener una nueva oportunidad en la vida”. Palabras de Elisa.

Gracias por el aliento que le ponen a este viento que nos empuja. A veces bastan sólo unas palabras precisas, sentidas, para abrir los ojos y levantar la vista. Espero poder multiplicar esos aires, desde el corazón, con lo que tenga a mano, que ahora es este blog.

Vás vale cierro este cometario aquí y en otro les comento lo del incendio. Como adelanto les recomiendo que pongan a buen resguardo sus estudios. Yo, tras perderlos, aprendí a digitalizarlos.

Abrazos